martes, 28 de octubre de 2008

NOTA INFORMATIVA

Debido a cuestiones familiares, los autores debemos faltar a nuestra cita semanal con nuestros queridos lectores. La producción de capítulos está parada, aunque esperamos seguir con nuestra teoría lo antes posible. El capítulo IV deberá esperar al menos hasta el miércoles 5.

Rogamos disculpen las molestias y esperen con paciencia. Muchas gracias.

Saludos desde la editorial a todos los habituales de esta página.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Capítulo III: Los grandes chefs y la alta cocina

Para evitar cualquier tipo de malentendido, hemos decidido empezar exponiendo que cuando nos referimos a “los chefs”, no nos estamos limitando al género masculino, ya que somos conscientes de que hay tantas excelentes cocineras como cocineros. Es más, desde aquí apostamos por que las féminas se animen a coger el mandil y la parrilla, y demuestren sus grandes dotes, ya que no hay mejor solomillo que aquel preparado entre dos grandes de los fogones, aportando cada uno sus diferentes matices personales, que al complementarse, nos harán disfrutar del más excelso de los platos.

Consideramos que, de partida, y por el simple hecho de poder sentir amor, todos tenemos las dotes necesarias para ser chefs. Este concepto es básico y deberemos tenerlo siempre presente, ya que nos lleva a aseverar que todos podemos llegar al estadio de solomillo, cada cual con su estilo y su particular gusto, y el alcanzarlo únicamente dependerá de qué hacemos con esas capacidades innatas. Sin embargo, resulta también evidente que existe algo básico para llegar a ser un grande de los fogones, para alcanzar un escalón superior que nos permitirá preparar un plato de cinco tenedores, y conseguir la siempre deseada Estrella Michelin.

En nuestra opinión, lo que diferencia a un gran chef es la pasión que éste derrocha en la cocina. Cuando uno se entrega totalmente en la realización del plato, cuando despliega toda su atención y el entusiasmo le invade, cuando embriaga sus sentidos con los matices, cuando arde en deseos de saborear la suculenta carne que se prepara en la parrilla y a la vez le encantaría permanecer eternamente en la cocina, preparando el solomillo lentamente y disfrutando del olor de las brasas…, ahí, ahí es cuando uno ha alcanzado el estadio de su más alta cocina. Sólo así se consiguen los mejores platos, y si a esto añadimos que junto a él tiene a otro grande de los fogones, con los mismos sentimientos desbordados, resulta innegable que el resultado será el más maravilloso jamás conseguido para ambos.

Es también evidente, que los grandes chefs siempre aspiran a cocinar los solomillos más apetitosos, con los ingredientes de la mejor calidad. Para el gran chef, su pauta habitual en la cocina es la constante mejora en la elaboración de sus platos, con el claro objetivo de acercarse cada vez más a la alta cocina. Por tanto, es indudable que el gran cocinero no encuentra mejora en sus habilidades culinarias centrándose en la elaboración de platos simples como la hamburguesa, por lo que no suele ser de su agrado prepararlas.

Sin embargo, esto no descarta que de vez en cuando no tenga ganas de ir hasta el mercado, buscar todos los ingredientes, preparar las brasas… o simplemente ese día le apetezca una buena hamburguesa, y debido a ello simplemente baje al súper a comprarse unos filetes de vuelta y vuelta, que son más rápidos de preparar. Esto no causa ningún problema a la carrera del chef, siempre y cuando no se convierta en lo habitual, ya que es fácil acomodarse a lo sencillo y se pueden perder aptitudes, aunque tampoco resulta difícil recuperarlas si uno se lo propone.

Además, consideramos que los chefs necesitan mucho más que unas grandes cualidades en la cocina; no basta con tener una buena receta y un dominio excelente de los utensilios, sino que deben trabajar muchos aspectos. El tener un estilo propio y elegante en la cocina y saber emplear los ingredientes adecuados en las cantidades precisas son imprescindibles, pero sin duda, es clave que los grandes chefs conozcan los entresijos del mercado y tengan buen criterio a la hora de elegir. La selección de la materia prima resulta esencial para preparar un buen plato, es la base de la receta y es por tanto deber del cocinero saber que es lo que se está llevando a su cocina.

Otro aspecto a tener en cuenta es que los grandes chefs también tienen que saber comprar. Obviamente hay que saber cocinar bien y seleccionar la carne de mejor calidad para sus platos, pero también tiene que ser capaz de convencer al mercado. De nada sirve ser un artista de los fogones y tener un excelente criterio a la hora de elegir los ingredientes si no se consigue comprar el solomillo elegido. A la hora de comprar hay que poner el mismo entusiasmo, amor e ilusión que cuando se está en la cocina, ya que además siempre existe la posibilidad de que otro chef más rápido se lleve delante de nuestras narices el ingrediente básico para el plato que queríamos preparar. Resulta innegable que el ir a comprar no es nada fácil, y es éste quizá el aspecto que muchos tenemos que mejorar.

También existe el caso del “cocinillas”. Éste es aquél que sabe vender bien su cocina, ya que es un relaciones públicas de primera, aunque objetivamente su estilo culinario no sea gran cosa. El “cocinillas” es bastante común y puede llegar a llevarse buenos ingredientes básicos para preparar un solomillo, aunque en la cocina no le pone ese entusiasmo y esa pasión que tiene el gran chef, por lo que normalmente acaba estropeando el plato. Es más un preparador de comida rápida camuflado que otra cosa, pero lo disimula bastante bien. Pero eso es otro caso, que no tiene cabida en este capítulo.

Y aquí queridos lectores termina este tercer capítulo, con el que quedan explicadas las bases de la teoría, ya que hemos tratado los tres aspectos fundamentales: hamburguesas, solomillos y chefs. A partir de ahora iremos profundizando en la teoría, y tratando temas más complejos, pero eso ya será la semana que viene…

Bon profit!!

miércoles, 15 de octubre de 2008

Capítulo II: Los solomillos (o de las brasas de encina)




En este capítulo, que es desde luego la piedra angular de toda la teoría, trataremos de explicar que entendemos por solomillo, y cómo se consigue disfrutar de las más excelsas y variadas experiencias sensoriales y emocionales que únicamente la buena cocina nos puede aportar.

En primer lugar, hemos de concretar qué es un solomillo. Tened presente, que este nombre no etiqueta a una persona concreta, sino a una situación interpersonal; es decir, no hay “personas hamburguesa” y “personas solomillo”, sino que es trabajo del cocinero o la cocinera el lograr llegar al estadio de alta cocina que representa el solomillo. Según esto, entendemos que un solomillo es aquella relación trabajada por ambas partes, en la que se aporta todo y se recibe todo, aquella en la que se llega uno a realizar plenamente; es decir, es la situación del excelente cocinero preparando un suculento plato, con una carne exquisita. Una tarea que no es sencilla, y que exige volcar toda la atención y todo el sentimiento en su desarrollo para alcanzar un resultado de cinco tenedores. Hay que remarcar que un solomillo puede no ser para toda la vida. Puede que por alguna razón “x” (descuido del cocinero, la carne no era de calidad suficiente, las brasas se apagan…), nos comamos el solomillo demasiado rápido y se acabe relativamente pronto. Eso, en cierto modo, no importa, lo básico es que la intención era paladear y disfrutar del solomillo al máximo, con la idea de que fuera para siempre, porque cocinando o comiendo solomillo es como mejor se está. Pero no deja de haber sido solomillo porque se haya acabado la relación.

Es obvio que un solomillo no es fácil de alcanzar, es una carne escasa y de mayor valor que la carne picada; y también resulta innegable que en el proceso para alcanzarlo pueden existir hamburguesas, pero lo que para nosotros resulta indiscutible es que la situación que realmente es plena es el solomillo, y que únicamente puede alcanzarse este estadio si se busca llegar a él. Con esto queremos decir que aquel que no busca el solomillo nunca llegará a alcanzarlo, cosa que no ocurre con la hamburguesa, ya que siempre sabes cómo conseguirla rápidamente.

Si repasamos lo argumentado hasta ahora, queda claro que el solomillo no es lo habitual hoy en día, puesto que exige mucho a quién lo prepara: le exige tiempo, paciencia, sentimiento, pasión, razón, atención al detalle… y también le obliga a arriesgar mucho, puesto que tiene que poner todo su corazón en ello, y el peligro de quemarse con las brasas siempre está ahí. Por esto no es corriente encontrarse con buscadores de solomillo, aunque en el fondo todos buscamos llegar a él.

En cuanto a la receta para preparar un buen solomillo, está claro que no existe una única e ideal, y que existen tantas diferentes como personas dispuestas a ponerse a cocinar hay en el mundo. Sin embargo, entendemos que hay ciertos elementos que siempre están presentes:

- las brasas de encina (tiempo): la leña de encina es la más adecuada para la preparación del solomillo, puesto que sus brasas son las de combustión más lenta, de manera que van poco a poco aportando el calor necesario en cada momento, y con ello conseguimos extraer todos los matices al solomillo.
- La parrilla (paciencia): es innegable que preparar un solomillo en una plancha no es lo ideal, y la parrilla resulta por tanto nuestra mejor aliada.
- Sal (sentimiento, pasión y corazón): que sería del solomillo sin el toque de la sal gorda, que ayuda a extraer el mejor sabor al solomillo.
- Pimienta (razón): siempre un toque de pimienta le viene bien al solomillo, pero hay que estar muy atento para no pasarse.
- Guarnición (atención al detalle): un solomillo acompañado de una original guarnición lo convierte en una verdadera exquisitez.

Paul Newman dijo una vez: “para qué comer hamburguesas, cuando tienes un filete de primera en casa”, el problema está cuando no tienes el filete (solomillo) en casa. Pero si estamos dispuestos, contamos con los ingredientes necesarios y por descontado nos arriesgamos a ir a comprar al mercado, podemos concluir que estamos en el camino hacia el solomillo, si bien es cierto que nadie asegura que vayamos a llegar a él, pero todo esto ya lo iremos desarrollando más adelante…

jueves, 9 de octubre de 2008

Capítulo I: Las hamburguesas (El paradigma de la fast-food)

Las hamburguesas, paradigma del genuino y poco saludable fast-food, son la tendencia más habitual en la sociedad actual. Nuestro ritmo de vida frenético y una preocupante pérdida de la personalidad individual frente a la corriente general, hacen que ni siquiera nos planteemos el pararnos a saborear y deleitarnos con una larga relación, sino que vamos a lo rápido y sencillo, simple y llanamente a saciar el hambre.

En el estilo de las hamburguesas hay de todo, desde la Royal Deluxe realmente apetitosa (y que puede ser todo un triunfo, no lo negamos) a la regular de 1€ (comer por comer). Sin embargo ambas tienen algo fundamental en común: que no dejan de ser carne picada. Este elemento en común, nos plantea ciertas cuestiones preocupantes en lo referente a las hamburguesas:

- la primera de ellas es que a saber con qué tipo de carne están hechas. Es decir, podemos estar seguros de que no es carne de la mejor calidad, y puestos a pensar mal, ni siquiera podemos saber de que animal proviene…

-La segunda es que se trata de algo accesible a cualquier cocinero. Volvemos a lo ya analizado, el comportamiento individual se ve reducido al mínimo, agobiado por un opresivo guión marcado por las tendencias de la sociedad actual.

Sin embargo, los grandes chefs rehúyen este tipo de comida, ya que, sabedores de sus bastos conocimientos culinarios, y de su buen hacer en los fogones, lo tienen todo dispuesto en la cocina para hacer un buen solomillo, con todos sus matices sensoriales, y con el que se alcanzará un altísimo grado de satisfacción (pasos para prepararlo en el capítulo siguiente).

Hemos de tener presente, que para un cocinero que aspira a las estrellas Michelin, dedicarse a preparar hamburguesas en un grasiento restaurante de comida rápida resulta una enorme decepción, y no sólo esto, sino que sabe que más que saciar el hambre que pueda tener (que no negamos que la tenga), está seguro que si se alimenta de hamburguesas le resultarán indigestas e insípidas, no las disfruta. Para él resulta una frustración comer hamburguesa, cuando sus capacidades le permitirían preparar el más suculento solomillo, justo en su punto.

Partiendo de esta base, ya se va vislumbrando por donde va nuestra teoría, aunque los capítulos siguientes completan este primero. Este capítulo lo dejaremos aquí para no ir desvelando acontecimientos. Hasta la semana que viene.

Bon apettit!

miércoles, 8 de octubre de 2008

Capítulo 0: Introducción (De como el mundo culinario irrumpió en nuestras vidas)

La redacción de esta teoría surgió a mediados de septiembre de 2008, en una de nuestras animadas y curiosas conversaciones con nuestros amigos. Después de desvariar durante la cena sobre hombres, mujeres y relaciones, Salva dijo que no estaba de acuerdo con lo que le había dicho un amigo hace tiempo: “para quitar el hambre, una hamburguesa de vez en cuando no viene mal”. En seguida Santi, dijo que el tampoco estaba de acuerdo con esa filosofía, y entre los dos siguieron con el símil. Las hamburguesas son rollos de una noche, algo rápido, “aquí te pillo - aquí te mato”. El caso contrario es el solomillo, una relación elaborada, preparada a fuego lento, en la que se saborean los más variados y sutiles matices que sólo aporta la alta cocina. A partir de ahí, juntos, Salva y Santi, aun con sus diferencias ideológicas, desarrollaron una teoría: LA GRAN TEORÍA DEL SOLOMILLO, que trata de explicar los distintos tipos de relaciones y filosofías amorosas, que podemos encontrar habitualmente.

Esta teoría no tiene muchos adeptos aún, pero poco a poco encontramos gente que se adhiere a nuestra visión. En varios capítulos iremos desarrollando nuestra teoría para que todo el mundo pueda meditarla y contarnos su opinión. Nosotros sólo esperamos que la gente que escucha nuestra teoría, le dé un par de vueltas al asunto, y entienda nuestra postura. Próximamente el capítulo 1, ¡¡Buen provecho!!.